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 Viviendas de promoción pública en Pizarra, Málaga  

El proyecto de siete viviendas de promoción pública en Pizarra (Málaga), obra del arquitecto Luis Feduchi es una realidad después de haber obtenido el primer premio en el concurso que estableció la Dirección General de Arquitectura y Vivienda de la Junta de Andalucía, en 1997. El solar se encontraba al final del perímetro urbanizado del municipio de Pizarra, al comienzo de una fuerte ladera orientada al oeste, y formando parte del inicio de la montaña, al pie de la cual se ubica la población.

El solar lindaba en parte con edificaciones existentes junto al campo de fútbol de Pizarra y fue, a la vez, la primera promoción de toda una serie establecida en el correspondiente Plan Parcial. El espacio constaba, también, de dos parcelas divididas por una calle de nueva creación. La apertura a este vial planteó la dificultad de dar una única solución de vivienda que resolviese, tanto la irregular y pequeña parcela B al noroeste, colindante con la edificación existente; como la parcela A al sureste, que se estableció como inicio de la operación de este plan urbanístico. La diferencia de área entre ambas parcelas (298,7 m2 / 919,64 m2) y la fuerte pendiente del solar, y de los desmontes y terraplenes provocados por el viario, condicionaron en gran medida la solución adoptada.

La singularidad del solar proporcionó un elevado número de variaciones al modelo tipo de partida, logrando -desde un mismo código de operaciones de proyecto- agrupaciones diferentes integradas por un núcleo menor con dos viviendas (V1 y V2) en la parcela B, en el área más fragmentada del solar (298,7 m2); y otras cinco casas (V3, V4, V5, V6 Y V7) en la parcela mayor (919,64 m2), al pie del comienzo de la ladera que sube a la Sierra.

El proyecto, como ocurre en Pizarra con algunos ejemplos próximos al solar, intentó dar continuidad a lo existente y no condicionar mediante operaciones de desmonte las construcciones que tendrán lugar en terrenos colindantes. Al mismo tiempo, se procuró mantener las vistas, tanto sobre la Sierra de Hacho, como del Valle del Guadalhorce. Por esa razón, las viviendas se situaron sobre un “zócalo” de una planta (ocupado por el garaje) por encima del nivel de calle.

En el diseño se cuidó la escala del conjunto urbano, tal y como se percibe desde el exterior, tratando de evitar con retranqueos volumétricos la monotonía de las agrupaciones de vivienda, e intentando alcanzar la unidad de los dos núcleos residenciales, operando en torno a la calle que los separa. Las casas se ordenaron, a su vez, alrededor de un patio emparrado en el área liberada en la fachada por una operación de retranqueo en la agrupación de mayor tamaño. En esta agrupación mayor se dispuso el dormitorio principal con terraza en un volumen saliente, en entreplanta, delimitando los patios de acceso.

Adaptación constructiva al entorno

Mediante el uso de Termoarcilla de la empresa Tabicesa en la construcción, se consiguió un cerramiento con su correspondiente aislamiento térmico y acústico con una sola hoja de muro de veinticuatro centímetros. Se logró, también, una estructura portante donde apoyar, con muros de carga, los forjados superiores. Limitando la anchura de la crujía principal a cuatro metros, se redujo el peso de los forjados, sobre habitaciones con doble orientación, gracias a una solución sencilla y modular sin pilares ni mochetas. La disposición, tanto en la planta principal, como en la planta de dormitorios, de crujías con dos muros exteriores permitió la ventilación cruzada de todas las habitaciones, aportando en verano una corriente de aire fresco desde las ventanas abiertas a la fachada sombreada -que mira hacia la Sierra-, en dirección a los lugares soleados de cada una de las casas. Por otro lado, la mayor parte de las compartimentaciones interiores se hicieron, también, en muros de Termoarcilla para aprovechar, en beneficio de las diferentes estancias, la elevada capacidad aislante del material.

La solución adoptada, con muros de carga y huecos de reducida dimensión, remite a la arquitectura popular; por ello, el cerramiento exterior se enfoscó con un mortero monocapa y se pintó en blanco, junto con un zócalo en hueso: según una fórmula repetida en gran parte de las construcciones del pueblo. Se delimitó el zócalo de las viviendas con un pequeño perfil de aluminio embebido en la pared, con el propósito de separar las dos superficies pintadas, que, de esta manera, quedan indicadas para un observador con una pequeña sombra, evitando así la desaparición material de la línea de borde en el proceso de mantenimiento de las fachadas.

La construcción de los dos conjuntos de viviendas se ejecutó como corresponde a dos edificios completos diferenciados, donde el replanteo de los bloques de Termoarcilla se hizo tirando hiladas pasantes -compartidas por casas adosadas- que relacionan la disposición concreta de los huecos, repetidos rítmicamente en el grupo de viviendas, con el conjunto de la construcción.

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