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 Una construcción más ecológica  

Hoy en día la ecología es un tema que gana adeptos entre la población y, por extensión, entre todos los sectores de la actividad productiva. Empresas y administraciones públicas, por diferentes motivos, tratan cada día de ser más eficientes y menos contaminantes para poder sincronizar sus objetivos con la idea de sostenibilidad que empieza a calar entre los ciudadanos.

Vale la pena recordar que, según diferentes fuentes, actualmente en los países desarrollados, la edificación es responsable prácticamente de la extracción del cincuenta por ciento de los materiales y minerales necesarios para la actividad constructiva. Asimismo, la edificación, en el mismo porcentaje anterior, también es una de las causas de la contaminación ambiental. A esto último también habría que sumarle el consumo de energía primaria utilizada en la climatización e iluminación y en la fabricación de materiales y sistemas. Con estas cifras y con un estado de opinión cada vez más favorable, no es nada extraño que la relación entre ecología, arquitectura y construcción influya cada vez más en el producto acabado.

Utilizar energías sostenibles y menos contaminantes, minimizar el consumo energético y utilizar las condiciones del entorno natural para crear casas bioclimáticas, junto a materiales tradicionales y otros procedentes de la recuperación de residuos o de la innovación, constituyen la base de la actual y, sobre todo, futura concepción de la edificación sostenible, más de acorde con el entorno medioambiental. Arquitectos, promotores y constructores poco a poco, avanzan para dar vida a edificios más saludables y ecológicos porque saben que el mercado está aceptando esas nuevas propuestas.

Los arquitectos e investigadores que avanzan en este campo consideran que la arquitectura ecológicamente consciente no es el resultado de la aplicación de tecnologías especiales, sino el la adecuación de una lógica dirigida a la utilización positiva de las condiciones medioambientales en todo el proceso constructivo, es decir, el diseño, la elección de los materiales, la puesta en obra, la vida y el mantenimiento del edificio. Todo ello requiere a la vez que no se pierdan las implicaciones estéticas y funcionales que deben de acompañar a la construcción contemporánea.

Las tendencias en este ámbito no son un elemento nuevo, ya en los últimos años de la década de los setenta, bajo la perspectiva de la crisis del petróleo, el sector comenzó a tener en cuenta la necesidad de ahorro energético. Con esa visión se empezaron a estudiar, o mejor dicho comparar, las diferentes tipologías arquitectónicas tradicionales del planeta, llegando a la conclusión de que ante los mismos problemas, las soluciones constructivas eran parecidas. Aún así, desde el punto de vista del consumo energético, y según investigaciones posteriores, esta teoría comenzó a revisarse porque las situaciones presentaban diferencias dependiendo de la utilidad y el entorno.

Innovación ecológica

Desde hace tiempo, los mejores edificios han sido siempre aquellos que han tenido en cuenta su imagen visual en relación con el entorno natural en que se implantaban. Actualmente se está consiguiendo que la naturaleza sea un elemento arquitectónico más, ya sea a través de la luz, del agua, o de la vegetación. La creación de cubiertas o techos de vegetación, tejados verdes,  o estanques de agua descubiertos es un recurso cada vez más válido para crear edificios que en lugar de aprovecharse de los recursos aportan un espacio único y necesario para albergar vida vegetal.

En los últimos años se están apreciando cambios en los arquitectos y sus modos de relacionar sus obras con los entornos naturales, además de contar con la ayuda de nuevos materiales, propios de la evolución de una arquitectura cada vez más lógica, tecnológica y ecológica. A partir de esos factores surgen edificios domóticos, inteligentes y diseñados con la intención de crear soluciones universales, siempre y cuando se tengan en cuenta las características del lugar donde se van a utilizar.

Nuevos materiales

Después de décadas de utilización masiva de materiales que no tenían muy en cuenta la salud del entorno, ahora la tendencia es la vuelta a los materiales tradicionales como la madera, la arcilla o el corcho, junto al aporte de tecnología que ofrece la investigación.

Uno de los elementos básicos en la bioconstrucción actual es la arcilla. En el ámbito occidental, básicamente europeo y mediterráneo, la arcilla ha sido desde tiempo inmemorial uno de los principales elementos constructivos tradicionales, que ahora ha pasado a formar parte de los productos que podrían denominarse ecológicos.

La arcilla, los ladrillos, el bloque Termoarcilla facilita, por su naturaleza porosa, que las superficies de un edificio respiren de manera que la humedad salga al exterior. Gracias a esa función, este material modera la variación de la temperatura interior y la humedad mediante la absorción y difusión del calor y del vapor de agua. Los beneficios no son sólo para los ocupantes, sino también para el propio edificio ya que la absorción del exceso de humedad impide el deterioro de la estructura y reduce el riesgo de putrefacción de otros materiales. Además, también absorbe los olores y es un eficaz aislante acústico.

La puesta en marcha del Código Técnico de la Edificación (CTE) ha facilitado la introducción de nuevos materiales y técnicas constructivas que sean más sostenibles y ecológicos. El bloque Termoarcilla, por ejemplo, puede beneficiarse de una dinámica de mercado más favorable que cuenta además con el respaldo de la nueva normativa y con la buena aceptación de los profesionales.

Termoarcilla y otros productos

La Termoarcilla es un bloque cerámico de baja densidad con unas propiedades de aislamiento térmico y acústico que garantizan un ahorro de energía en la vivienda. A partir de una mezcla de arcilla, con aditivos aligerantes, que se gasifican durante el proceso de cocción a más de 900º centígrados sin dejar residuos, se origina una fina porosidad homogéneamente repartida en la masa cerámica del bloque.

Otro producto ecológico es la arlita, a base de arcilla expandida granulada muy ligera. Este producto ofrece un alto poder de aislamiento y se emplea para aislamientos de sobretechos y cámaras de aire. La sudorita es otro material estructural fabricado a base de hormigón en donde se sustituye la grava por corcho triturado para obtener un material aislante y ligero.

En el ámbito de los aislantes se empieza a utilizar el celenit, un material especialmente indicado para el aislamiento térmico y acústico, y como protección contra el fuego de techo y paredes. Este producto está compuesto por viruta gruesa de madera y aglomerado con cemento portland gris. Los geotextiles, tejidos de fibra de polipropileno, también se utilizan como aislantes en desagües y tuberías.

Más productos que se están introduciendo en el mercado son los fabricados con materiales reciclados como, por ejemplo, el caucho de neumático, los plásticos, el vidrio, el papel y el cartón, los áridos o los lodos de depuradoras urbanas. Las funcionalidades son variadas ya que pueden utilizarse para la fabricación de tuberías de riego para jardinería, bancos y papeleras para mobiliario urbano, o aislamiento térmico para la vivienda.

Innovarcilla

El Centro Tecnológico de la Cerámica (Innovarcilla), con sede en Bailén (Jaén), desarrolla un nuevo proyecto de investigación que estudia la mezcla de arcilla y residuos que permitan nuevas aplicaciones de la cerámica. El proyecto se centra en analizar mezclas de arcillas con recursos que existen actualmente y que disponen de escaso valor añadido, o que constituyen una problemática de gestión ambiental. De esta forma, el proyecto estudiará los componentes presentes en los aditivos a emplear y la posibilidad de obtener mejoras en las características de elementos constructivos de arcilla cocida procedentes de nuevas mezclas. Una vez determinadas las combinaciones más adecuadas, se definirán las condiciones en que las mismas alcanzan una óptima conformación de la pasta cerámica.

Desde el Departamento de Innovación, Ciencia y Empresa de la Junta de Andalucía, se ha explicado que el objetivo de esta iniciativa es llevar a cabo desarrollos innovadores en el sector cerámico andaluz para que generen nuevos nichos de mercado para sus productos. De esta forma se trata de conseguir material cerámico más competitivo en calidad, prestaciones y precio, en campos de aplicación tradicionales.

   
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